Cuando pensamos en el Caribe, el mar y los colores son dos de sus elementos más característicos, y Trinidad, una de las ciudades más bellas de Cuba, los encarna a la perfección. Viajemos en el tiempo, concretamente a 1850, a través de las calles de este patrimonio de la Unesco que luce tal cual hace ciento cincuenta años.
Trinidad: colores, ritmo y una playa
Según se confirmó durante el quinto centenario de la ciudad en 2014, la empresa valenciana encargada de reformar Trinidad aplica hasta 75 colores pastel diferentes sobre las casas de esta ciudad al sur de Cuba fundada en 1514 y convertida durante siglos en epicentro de la actividad azucarera gracias a la presencia del cercano Valle de los Ingenios. Sin embargo, tras la quiebra de esta industria, Trinidad decidió echarse a dormir en 1850 hasta hoy día. ¿El resultado? Calles de piedras surcadas por carruajes de caballos, casas de colores y una apariencia que permanece intacta desde entonces.
La principal atracción de Trinidad reside en recorrerla, encontrar la mejor luz para fotografiar sus calles de colores, la perspectiva perfecta, ya sea al atardecer, desde el mirador de su Antena de Televisión, el del Museo de Historia de Trinidad o, especialmente, la Iglesia de la Santísima Trinidad que preside los tejados de esta ciudad designada patrimonio de la Unesco en 1988.
Una estancia en una de las casas particulares de la ciudad te aproxima a la verdadera esencia cubana, un plato de ropa vieja en el Jazz Café se convierte en todo un deleite y el huracán de salsa, rumba y merengue que estremece las terrazas de Trinidad al anochecer confirman la historia, fiesta y color de un Caribe que en esta ciudad encuentra a una de sus mejores representantes.
Pero la cosa no acaba aquí, ya que si Trinidad en sí misma se trata de una joya colonial imperecedera, su ubicación estratégica la convierten en un paraíso desde el que disfrutar de las principales maravillas del sur de Cuba. A 8 kilómetros al sur, playa Ancón, considerada como una de las ensenadas más bellas del sur de la isla, ofrece vistas azul turquesa, hoteles con encanto y un pueblecito, La Boca, cuyos susurros de otro tiempo nos sorprenden a mitad de camino.
Hacia el este, una excursión a caballo por la cascada de La Javira seguida de un baño refrescante suponen un plan alternativo ideal, mientras los amantes del azúcar podrán montar en un tren de hace más de 200 años hasta el mítico Valle de los Ingenios, sus chozas azucareras y palmeras inclinadas.
Si, en vuestro caso, lo que os gusta es la montaña, hacia el noroeste encontraréis Topes de Collantes, una formación rocosa que parte de la sierra del Escambray en la que el Che Guevara acampara durante varios días en 1958 formada por bosques tropicales y rutas ideales para los amantes del senderismo.
Trinidad supone uno de los lugares obligados a vuestro paso por Cuba. ¿Te vienes?
Escrito por: Alberto Piernas / Fotos: Pinterest.