Si hay un lugar en el bueno y viejo Mediterráneo que absolutamente nadie debería perderse es Venecia. Aparte del profundo poso histórico y patrimonial sobre el que descansa, la serenísima ciudad tiene una personalidad realmente única y sorprendentemente vivaz para lo que estamos habituados a ver en otras ciudades-museo europeas.
Sé lo que vais a decirme: demasiado tarde. Sí, no he sido el primero en darme cuenta. De hecho, si en algún sitio hace furor el turismo cultural masivo, ese es Venecia, y podemos estar seguros de que nunca faltarán hordas de visitantes de todo tipo y condición. No es fácil escapar a los estragos culturales y precios abusivos que estos traen consigo. Sin embargo, todavía queda espacio para conocer e incluso disfrutar Venecia con una mochila.
Dormir en la isla de Venecia no es sencillo (o más bien, no es barato). Una opción son los albergues, donde puedes compartir dormitorio desde unos 25 euros, pero que suelen estar llenos. El Ostello Venezia, sito en la isla de Giudecca, es un ejemplo, pero los hay mucho más céntricos. Otra posibilidad son los hoteles del Lido o los campings que se extienden por el Lido di Jesolo y Mestre (esta última es la mejor opción si llegas con coche o furgoneta).
Misteriosa e inspiradora, depende del turista tanto como lo aborrece.
Una de las mejores cosas que puedes hacer para visitar Venecia es hacerlo fuera de temporada alta. No es que no vaya a haber nadie, pero sí la sexta parte de gente, así que merece la pena. Refúgiate en las horas intempestivas; no te imaginas lo tranquilo que se queda todo entre medianoche y el amanecer, incluso en pleno agosto.
Lo más probable es que entres a la ciudad por Santa Lucía. No tengas prisa por dirigirte a los puntos emblemáticos de la ciudad, la catedral de San Marcos y el puente de Rialto; tranquilo, que la ciudad ya te llevará a ellos, tarde o temprano. Cada callejuela, cada casa, cada pequeño puente y canal de Venecia merecen más que una pasada apresurada entre vistazos al mapa. Eso sí, entérate bien del sistema y precio de los transportes en vaporetto…
Venecia mola tanto que puede permitirse estar algo sucia.
Tiene su complicación, pero intenta dejar de lado lo monumental y busca la vida real de la ciudad. El abastecimiento de las tiendas, el transporte público, las traseras de los restaurantes, los portales de las pocas viviendas de vecinos que quedan, un espectáculo digno de ver. Busca los barrios del Dorsoduro, la Via Garibaldi más allá del Arsenal, la judería rediviva del Ghetto Nuovo. Escápate a las islas lejanas, como San Michele, San Francesco, Burano, Santa Cristina.
La comida no tiene por qué ser un quebradero de cabeza. Todos podemos homenajearnos con un cafelito en la Piazza San Marco o una cena en algún campiello con vistas al canal, claro que sí. Si ves que la estancia se alarga y la cartera adelgaza, no es difícil encontrar pequeñas trattorias con menus sencillos y de calidad, o pequeñas tiendas de ultramarinos de barrio; incluso en Venecia hay gente normal que necesita bares y tiendas normales.
Escrito por: Victor Zamorano
Fotos: Pinterest