Si existe un lugar donde experimentar el encanto del Japón más tradicional, ese es sin duda la ciudad de Nikko, ubicada a 130 kilómetros de Tokio y perfecto reflejo de la arquitectura típica japonesa. Nos adentramos en el Japón más paralelo a través del siguiente recorrido por este maravilloso lugar.
Puentes de cuento sobre ríos milenarios, templos sintoístas al final de una escalera y calles del que brotan los aromas de otro tiempo. A pesar de sus 84.197 habitantes, la pequeña ciudad de Nikko supone la mejor ventana al Japón que soñamos. Ubicada en la prefectura de Tochigi, Nikko es famosa por muchos atractivos, especialmente sus templos o el Parque Nacional de Nikko, el cual engloba las exuberantes cascadas del parque, las montañas Nantai y Nikko-Shirane, o el Lago Chuzenji. Pero no nos adelantemos, y exploremos todo lo que ver en Nikko.
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Breve historia
La construcción del primer templo de Nikko, Shihonryu-ji, se atribuye a un monje budista llamado Sho Shonin, en el año 766. Según la leyenda, este sacerdote llegó a Nikko tras cruzar el río Daiya sobre el lomo de dos serpientes que después se transformaron en puente. La presencia de este primer templo supuso el germen del crecimiento de Nikko a lo largo de los siguientes nueve siglos, en los que se consolidó como un epicentro espiritual. La construcción del mausoleo del shogun Tokugawa leyasu contribuiría a acentuar aún más la grandeza de la ciudad.
¿Qué ver en Nikko?
El conjunto de templos de Nikko fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1999 y se encuentran inmersos dentro del propio Parque Natural de Nikko. En total, conviven hasta 103 estructuras sagradas en torno a dos santuarios sintoístas y un templo budista.
Templo Rijjo-ji
Considerado como uno de los templos más importantes de la ciudad, el Rinno-ji destaca por su flamante decoración en dorados de la Sala de los tres Budas, la cual ostenta más de 1.200 años de antigüedad.
Santuario Toshogu
Este icono se trata de una pagoda de cinco pisos y fue construido en 1617 en honor al gobernador Shogun Tokugawa. Además, el santuario de Toshogu destaca por sus tallas de madera y la presencia de sus tres monos tallados, los cuales aparecen en una postura diferente: un mono se tapa las orejas, otro la boca y el tercero los ojos. Te suena, ¿verdad? Estos tres monos representan las tres directrices principales de la cultura japonesa para alcanzar una vida plena: “no hablar con el diablo, no ver al diablo y no escuchar al diablo”.
Puente Shinkyo
Considerado como uno de los puentes más famosos de Japón, el Shinkyo fue construido en el año 1600 y se puede cruzar desde el año 2000. Aunque hasta hace poco era gratuito cruzarlo, actualmente el acceso cuesta 300 yenes (unos 2,30 euros). En cualquier caso, si quieres tomar una foto, desde el comienzo del puente y sin necesidad de cruzarlo obtendrás una buena fotografía.
Recorrer el Parque Nacional de Nikko
Una vez hayamos visitado los templos y santuarios, una de las mejores experiencias consiste en recorrer el Parque Nacional de Nikko, donde encontramos diferentes caminos que abrazan varios templos. En algunos lugares se pueden admirar las ceremonias en honor a Inari, la diosa del arroz, o también puedes tomar el Takino’s Path, una de las rutas circulares más recomendables para disfrutar del parque, ya que el recorrido dura tan solo dos horas.
¿Cómo llegar a Nikko?
Aunque muchos viajeros deciden extender su visita a Nikko a dos o tres días, realizar una excursión de un día es suficiente para descubrir sus principales atracciones. La mejor forma de ver Nikko consiste en reservar una excursión desde Tokio, o bien visitarla por libre tomando un tren de la línea Tobu-Nikko a través de un trayecto de unos 50 minutos.
Viajar a Nikko supone una de las mejores experiencias a disfrutar durante tu viaje a Japón. Descubre con Horizonte Paralelo todos los encantos de esta típica ciudad japonesa y enlaza con otras muchas sorpresas que te tenemos preparadas a través de la mejor aventura paralela.
Vive Japón
Un libro: El crisantemo y la espada – Ruth Benedict
Una canción: Chouchou – Lunaria
Una película: Una pastelería en Tokio
Un plato: Sushi