Si buscas realizar una aventura de turismo activo en Japón, una de las mejores opciones consiste en recorrer la ruta Nakasendo en Japón, icono de los llamados Alpes nipones.
Historia de la ruta Nakasendo
Japón siempre tiene reservados nuevos paisajes y experiencias más allá de sus atracciones típicas, y este camino es uno de los mejores ejemplos. Conectaba la antigua ciudad de Edo (la actual Tokio) con la ciudad de Kioto a través del valle de Kiso y formaba parte de las Gokaido, o conjunto de cinco rutas que partían desde Edo. En total, existían hasta 69 estaciones de montaña entre Edo y Kioto, salpicadas en las provincias de Musasho, Kozuke, Shinano, Mino y Omi.
Durante sus años de mayor actividad, especialmente entre los siglos XVII y XIX, desde samuráis hasta comerciantes preferían la ruta Nakasendo en lugar de Tokaido, la cual transcurría por la costa, ya que podían evitar atravesar ríos y existía un mayor número de lugares donde descansar.
Con el paso del tiempo, y tras el auge de la industrialización durante la Restauración Meijí (1868 – 1912), el tramo fue sustituido por el tren o, más adelante, el coche, motivo por el que algunos de los pueblos quedaron recluidos en el olvido. Décadas después, el turismo se convirtió en el mejor aliado para revivir este rincón de Japón y mostrar al mundo su costumbrismo y belleza.
Actualmente, el tramo de la antigua ruta que comunica el pueblo de Magome con Tsumago o Nagiso es uno de los más populares. Un camino de 8 km que se recorre en apenas tres horas y permite disfrutar de una escapada activa a través de caminos de piedras o campos donde los agricultores no dudarán en salir a ofrecerte un boniato.
Cómo realizar la ruta Nakasendo
Para realizar esta ruta, la opción más recomendable consiste en tomar un autobús desde la ciudad de Natsugawa hasta Magome, punto de partida hasta Tsumago. En algunos casos, muchos tratan de realizarla en sentido contrario (es decir, desde Tsumago). Sin embargo, nosotros recomendamos empezar desde Magome, ya que el tiempo de subida es menor y el camino resulta más suave y agradable.
Magome es una antigua estación de montaña (también conocida como shukuba), donde casitas típicas tradicionales aún poseen ruecas incrustadas y algunos locales venden piezas de cerámica en sus tiendas. Entre las visitas obligadas durante la estancia en Magome, destacan el pintoresco museo Shimizuya Shiryokan, el cual engloba una exposición de vestuario y artículos típicos; la posada-museo en honor del escritor Shimazaki Toson; o incluso el antiguo tablón de anuncios en el que se colgaban las nuevas leyes y prohibiciones.
Tras perderse por Magome, nada mejor que iniciar el tramo de Nakasendo. Para llegar al puerto de montaña de Magome, cruzarás entre diferentes casitas hasta realizar el descenso y sucumbir, como la mejor sorpresa, ante los encantos de la naturaleza. Caminos de piedra serpentean entre árboles que camuflan la presencia de la casa de té Tateba-chaya, uno de los antiguos lugares de descanso de la ruta. Además, muy cerca podéis encontrar el altar Koyasu Kannon, en honor a la diosa de la misericordia, por lo que posiblemente veáis a diferentes fieles rezando a sus pies.
Durante la ruta, también sucumbiréis al encanto de riachuelos y caídas de agua como las casadas Odaki y Medaki. Cerca de este espectáculo natural se ubica el santuario Kurashina, erigido en honor de Kurashina, sirviente del propietario del castillo de Matumoto, donde tuvo lugar una matanza sanguinaria a manos de guerreros en 1586.
El último tramo engloba el pueblo de Otsumago, situado justo antes de llegar a Tsumago. Un pequeño reducto de casitas rurales y tradicionales envuelto por un cinturón montañoso que le confiere un encanto único.
Finalmente, llegaréis a Tsumago, una de las estaciones de descanso más populares. Entre los lugares que podéis visitar en este pueblo contáis con Kami Sasaya, un edificio que recrea una antigua posada del siglo XVIII; el templo Kotokuji, del siglo XVI; o las tiendas de artesanía Marutaya, muy típica de la zona.
La ruta Nakasendo desde Magome a Tsumago supone una aventura única en las entrañas de Japón y su naturaleza. Como último consejo, os recomendamos tocar las campanas que encontraréis durante el trayecto y cuyo objetivo no es otro que… ¡espantar a los osos! No mentíamos cuando decíamos que los Alpes japoneses suponen la mejor forma de reconectar con la naturaleza.
Escrito por Alberto Piernas Medina.
Vive Japón
Un libro: El crisantemo y la espada – Ruth Benedict
Una canción: Chouchou – Lunaria
Una película: Una pastelería en Tokio
Un plato: Sushi