Los bazares, la plaza de Djema el Fnaa en la que encantadores de serpientes y pitonisas conviven por igual, el tráfico que rodea las murallas de la Medina, ese olor a lumbre y especias… sí, Marruecos es un desafío para los sentidos que también requiere de cierta desconexión.
¿Buscando el sitio más relajante de Marrakech? Entonces lo mejor será seguir leyendo para descubrir el Jardín Majorelle, un lugar de arte y color en el corazón de Marrakech.
El lugar donde nace un nuevo color
En 1924, el pintor Jaques Majorelle, heredero del art déco que potenció su padre, el ebanista Louis Majorelle, se instaló en un Marrakech aún dominado por el colonialismo francés. Seducido por los aromas y colores que encontró en la ciudad magrebí, Majorelle se apropió de un terreno no lejos del oasis urbano de La Palmeraie y construyó en el centro del mismo un taller artístico que, con el tiempo, ornamentó con especies vegetales procedentes de los cinco continentes.
Para mayor innovación, el pintor desarrolló la creación de un color propio al que designó con su propio apellido, el llamado azul majorelle que invade las paredes de la villa y que resalta en medio de este pedacito de edén subtropical instalado en la Ciudad Nueva de Marrakech.
El Jardin Majorelle se compone de diferentes estanques moteados de peces y nenúfares, todos ellos envueltos por una vegetación entre la que no faltan palmeras, cocoteros, agaves, plataneras, bambús y una larga colección de árboles exóticos que contrastan con el taller y las muchas piezas de alfarería marroquí que salpican las veredas del jardín.
El último refugio de Yves Saint Laurent
Tras sufrir un accidente de coche en 1962, Jacques Majorelle regresó a Francia, donde murió a los pocos meses. Tras el dramático episodio, el jardín quedó en ruinas hasta ser descubierto por el diseñador de alta costura Yves Saint Laurent a finales de los años 70.
Adquirido por este y su pareja, Saint Laurent transformó el antiguo taller en un museo de arte bereber, dado también su interés por el Magreb al haber nacido en Argelia. Al mismo tiempo, lo complementó con la creación de una boutique, la galería Love, en la que se aglutinan collages artísticos realizados por Saint Laurent, o el café Bousafsaf, en el cual podemos tomar un delicioso té moruno para culminar la visita.
El jardín sirvió de fuente de inspiración para el certamen de moda Chelsea Flower Show, celebrado en Londres en 1997, en el cual Yves Saint Laurent dio a conocer su pequeño paraíso a Occidente.
Tras la muerte del diseñador, sus cenizas fueron esparcidas por el jardín, donde también se elevó un memorial en su honor.
Actualmente, el Jardin Majorelle es uno de los jardines más chic y exóticos de África, por no hablar del conjunto de aves y árboles único en todo el Magreb. Un lugar que nos incita a desconectar de una ciudad tan dinámica como es Marrakech, la cual también exige un momento de relax entre jardines surrealistas y edificios concebidos bajo colores nuevos, eternos.
Escrito por Alberto Piernas Medina
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