En el corazón de la conocida como “lágrima de la India”, la ciudad de Kandy se convierte en uno de los grandes obligados a nuestro paso por la siempre exuberante Sri Lanka. Una ciudad que, curiosamente, se sostiene sobre la presencia de un Diente de Buda cuya historia sería digna de Las Mil y una Noches. ¿Te animas a venir a Kandy, en Sri Lanka?
Una isla en torno a un diente
Cuentan que, cuando Buda murió en el 483 a.C., sus discípulos extrajeron de sus cenizas cuatro dientes caninos que repartieron entre diferentes territorios: uno fue enviado al reino de los dioses, otro al rey Ghandara de Pakistán, un tercero al reino de los Nagas y el cuarto, el izquierdo, al reino de Kalinga. Un diente que, de ser poseído, podría ser utilizado por su dueño para domar cualquier territorio, tal y como le sucedió al rey Guhasiva de Kalinga. Ante la pérdida de control y el intento de posesión por parte de los círculos brahmánicos, el rey decidió entregarle al diente a la princea Hemamali para que se lo llevara a otra parte. Y así, la joven, acompañada por el príncipe Danta, emprendió rumbo a la antigua Ceilán con un diente que terminó siendo escondido en diferentes ciudades hasta llegar a Kandy, cuyas altas montañas aseguraban el perfecto refugio para tan preciada reliquia.
2400 años después, la leyenda de la princesa Hemamali continúa suspirando entre las plantaciones de té y la niebla que envuelven una ciudad de Kandy ubicada el corazón de Sri Lanka. Un lugar donde todo el mundo gira en torno a un diente custodiado en el conocido como Sri Dalada Maligawa, o Templo del Diente de Buda, formado por tres dependencias de las cuales una central expone el relicario donde se esconde el famoso diente entre frescos orientales. El relicario es mostrado al público tres veces al día, sin descubrir la presencia del diente, convirtiéndose en una de las experiencias más curiosas a nuestro paso por Sri Lanka.
Pero antes, nada mejor que dar un rodeo por los mercados de Kandy, su lago y las plantaciones donde degustar el famoso té de Ceilán, el más exportado del mundo. También otros templos como el Embekke o el Lankatilaka, cuyo ubicación apartada asegura una jornada de paz fuera del ambiente bullicioso de la ciudad. Si, en vuestro caso, preferís ir aún más allá, partir a la búsqueda del Ranawana Purana Rajamaha Viharaya, un templo de coloridas estatuas budistas situado a 15 kilómetros del centro de Kandy, se convierte en uno de los mejores planes.
Pero será a la vuelta, entre aromas a canela e incienso, cuando el redoble de un tambor os seduzca. Después llegarán los elefantes ornamentados, los hombres ataviados con trajes de colores y una reliquia que, una vez al año, abandona su templo para ser mostrado al mundo. Se trata de Esala Perahera, festival en honor al Diente de Buda que se celebra cada mes de agosto coincidiendo con la luna llena para venerar un diente convertido en el motivo más popular de la ciudad de Kandy.
Escrito por: Alberto Piernas.
Fotos: Pexels y Pixabay.