En algún lugar del océano Índico, una isla devorada por el desierto luce árboles que parecen traídos de otro planeta, conformando un ecosistema del que realizadores como Tim Burton o James Cameron quizás nunca llegaron a percatarse a la hora de ambientar sus películas. El Mundo Perdido existe y se llama Socotra, la isla que Hollywood aún no ha descubierto.
La isla de los árboles extraños
En una playa desierta, el alimoche se posa sobre una roca contemplando los árboles espaciales que salpican la árida tierra de Socotra, isla situada a 80 kilómetros de Somalia, en África, a pesar de pertenecer a Yemen, país del que yace a 220 kilómetros de distancia.
El árbol conocido como Sangre de Dragón, nombre que recibe por su resina rosa, apunta al horizonte, abierto como un gran champiñón traído de planetas desconocidos. Junto a él, el llamado árbol de pepino, un espécimen de enorme tronco copado por florecillas rosas respira junto a unas playas que aún no han sido explotadas.
El microclima subtropical que se cierne sobre Socotra han permitido que esta isla posea un ecosistema único en el que se dan cita hasta 825 especies de plantas, 730 tipos de peces, 300 especies de cangrejo, 200 especies de aves (entre las que encontramos el buitre egipcio o el bobo marrón), una colección de reptiles de los cuales un 90% son endémicos y otra de caracoles cuyo 95% también es autóctono de Socotra. Estos últimos, en concreto, pueden ser vistos solapados a los troncos de los árboles, conformando una estampa, cuanto menos, surrealista.
ECOTURISMO en mayúsculas
Socotra se divide en cuatro islas de las cuales la principal y del mismo nombre contiene hasta 50 mil habitantes que viven, principalmente, entre los pueblos de Hadibu y Qalansiyah, reductos en los que aún conviven miembros de la tribu Soqotri, descendientes de antiguas etnias árabes procedentes de Omán o Arabia Saudita. Al mismo tiempo, en la isla se concentran algunos descendientes de esclavos que huyeron del continente africano durante el colonialismo.
Exceptuando estos pequeños reductos humanos, Socotra es una isla prácticamente desierta, donde Internet no es una prioridad y numerosos programas internacionales se han empeñado en preservar un encanto palpable en esos extensos páramos en los que quedan salpicados los aloes, cuyo tratamiento medicinal es ampliamente explotado durante las visitas turísticas, junto con otros muchos recursos que ofrece la isla.
Y es que el ecoturismo comienza a perfilarse como la modalidad viajera más recurrente en una Socotra única. La posibilidad de acampar en la playa, realizar excursiones en jeep, cultivar plantas en jardines ecológicos o realizar jornadas de buceo y snorkel en playas como Qlinsia, un paraíso azul turquesa tan sólo perturbado por el clamor de las olas y el vuelo de las aves acuáticas, se convierten en obligados a nuestro paso por esta isla ideal para desconectar y alejarnos del mundo.
Socotra se perfila como un paraíso único y psicodélico en el que, por supuesto, no pueden faltar viajeros intrépidos como tú, dispuestos a maravillarse con los secretos de un mundo que hasta ahora creíamos haber descubierto en su totalidad. Incluso Hollywood lo pensaba.
Escrito por Alberto Piernas Medina.
Fotos: Flickr.