Ya está aquí la primavera, probablemente la segunda mejor estación del año para viajar. Nos hace feliz encontrar un fin de semana largo para irse a conocer algún rincón, soltarse un poco la melena o hacer un poco de deporte al aire libre. Todavía mejor si encontramos un destino un poco diferente a lo habitual.
1. La primavera se explaya en los paisajes rurales de interior como en pocos sitios. Los insectos despiertan, los cerezos florecen… Plantéate un fin de semana campestre muy de parejita en Tras-os-Montes, en el interior de Portugal. Región agreste y aislada, siempre de espaldas a la vecina España, esquina de esquinas de Europa, tierra de emigrantes. Sus ciudades (Bragança, Chaves, Macedo) son realmente preciosas, pero métete en los pueblos. Imprescindible que te gusten las comidas contundentes.
2. ¿Qué mejor momento que la primavera para recorrer el desierto sur de Marruecos? Antes de que aprieten los calores, destinos como el valle del Draa pueden resultar especialmente atractivos, tanto el tramo entre Ouarzazate y Zagora como el que lleva desde aquí hasta Oulad Edriss: de los exuberantes palmerales del gran oasis a las arenosas pistas de monte y pleno desierto. En este caso el problema práctico es el tiempo del que dispongamos para llegar hasta allí…
Algunos lugares cambian drásticamente de una estación para otra
3. A lo mejor lo que necesitas es un fin de semana más urbano, de cafés diurnos y de clubes nocturnos. Si no os lo he dicho ya os lo digo ahora, Budapest es (o pronto será) el nuevo Berlín en cuanto a vida nocturna se refiere. De las grandes discotecas de música dance y electrónica a los garitos más alternativos, todos los panoramas culturales son posibles. Ahora hace bueno por aquellos pagos, aprovecha.
4. Ámsterdam es un clásico de las escapadas primaverales, pero por qué no aprovechar para conocer otras regiones holandesas. Frisia y Groningen, en el extremo norte del país, las clásicas olvidadas de los circuitos turísticos, reúnen todos los atractivos que puedas imaginar en Holanda elevados al cubo: llanuras verdes, cuidados canales, pequeñas ciudades (y no tan pequeñas) y pueblecitos encantadores, todo tan perfecto que casi da miedo. Además, una costa con enclaves bien preservados y playas ventosas. ¿Qué más se puede pedir?
La primavera hace especiales algunos enclaves naturales
5. Si eres de los que prefieres aprovechar cada rayo de sol para hacer un poco de turismo activo, existe un rinconcillo en el sur de Francia donde cualquier deporte de aventura es posible: las Cévennes y el Haut Languedoc. En cualquiera de los escarpados valles de los ríos Tarn, Lozère, Aveyron, o Hérault podrás hacer kayak, escalada, via ferrata, mountain bike y hasta espeleología. En verano estará mucho más frecuentado…
Escrito por Victor Zamorano Blanco
Foto: Dcubero – Wikimedia