Formentera, paraíso cercano
Esta muy cerca, pero es tan pequeñita que casi no la vemos cuando devoramos nuestros mapas buscando exóticos y lejanos horizontes… Pero ya dice la sabiduría popular que muchas veces lo que buscamos está debajo de nuestra nariz y no lo vemos. Hoy nos vamos aquí al lado, a Formentera, un fin de semana.
No requiere presentación, ¿o sí? La cuarta de las islas Baleares (y segunda de las Pitiusas), la más meridional y la más pequeña de las pobladas (unos 11.000 habitantes), a tiro de piedra de Ibiza y a un centenar de kilómetros de Denia, en el continente. Llana, clima mediterráneo, pinares y dunas, playas y unas cuantas pequeñas poblaciones dedicadas a la agricultura, la pesca y al turismo…
Similar a sus vecinas, sin duda… Pero lo que ha hecho distinta a Formentera es su pequeña y dura superficie, demasiado árida para ser ocupada de forma efectiva hasta el siglo XVIII (aunque visitada desde hace 4000 años), demasiado pequeña para sufrir la invasión turística de las islas mayores. Eso sí, no lo suficiente para evitar que una suave oleada hippie alcanzase el sustrato rural tradicional.
Una isla a contramano, solitaria y algo exclusiva
Sólo se puede llegar a Formentera en ferry desde el puerto de Ibiza (unos 40 euros ida y vuelta, horarios regulares), y el alojamiento no sobra. La entrada a la isla la hacemos por La Savina, aunque la pequeña capital es la cercana San Francisco Javier (unos 3.000 habitantes). Bueno, aquí todo está cerca, la carretera PM-820, que atraviesa la isla, rondará los veinte kilómetros; así que una buena forma de moverse es en bicicleta o en ciclomotor (tranquilos, que de eso no falta).
Capítulo uno, sol y mar. Formentera tiene veinte kilómetros de playas impecables, más activas como Llevant o Illetes, con algún chiringuito y atractivo como Migjorn y Cala Saona o más solitarias, como Caló des Mort y otras calas que tendrás que descubrir tú mismo… Los más exclusivistas pueden llegar a nado al islote de Espalmador, y los más deportistas dedicarse al vóley playa.
Es Pujols: unas cuantas casas, una playa y un mercadillo hippie
Capítulo dos, turismo rural. Has venido al sitio indicado. San Francisco Javier es un pequeño núcleo en torno a la fornida iglesia de San Francisco con mínimas poblaciones anexas (Es Cap de Barbaría, Ses Bardetes, La Savina…). Aparte de Sant Ferrán y El Pilar triunfa el poblamiento disperso. Recorre las salinas fenicias, las glándulas linfáticas de la Antigüedad y para en el pueblecillo marinero de Es Caló, antes de llegar al Faro de la Mola.
Capítulo tres, viaje natural. La construcción tradicional en piedra se conjuga con las higueras, los pinos y las sabinas en un llano batido por el viento, paisajes desolados pero bien agarrados a la tierra. Disfrutarás los ecosistemas dunares y algunas especies endémicas de lagartos. Un lugar perfecto para deportes de playa y costa, e inmejorable para hacer kayak o buceo. Busca la posidonia, Patrimonio de la Humanidad. Y a Poniente, sube la Mola, única elevación significativa de la isla (192 metros sobre el mar).
Escrito por Víctor Zamorano Blanco
Foto: Formentera Island