Confieso que una de mis aficiones más malsanas se ubica en el cruce entre la estadística y la geografía; me encantan los datos comparativos de todo tipo entre países o regiones. Estaba el otro día buscando unas cosas sobre América Central cuando me encontré por azar con el Happy Planet Index, que al parecer sirve para (agarraos los machos) medir el bienestar sostenible por países.
Quien más quien menos ha oído hablar de distintos índices que la humanidad ha ideado para cuantificar cosas como el desarrollo humano, la capacidad adquisitiva relativa o la felicidad en cada país. El índice Planeta Feliz (el nombrecito se las trae) es otro de esos, con una vuelta de tuerca: quiere relacionar el nivel de vida de cada país con su impacto ecológico planetario. El resultado es algo así como un ranking de los países donde se está haciendo menos daño a nuestro planeta.
Los creadores del HPI (New Economics Foundation, una especie de confederación de economistas “alternativos”) crean el índice relacionando tres factores: el bienestar experimentado (se obtiene preguntando a la gente si está satisfecha con su vida), la esperanza de vida y la huella ecológica (los recursos que necesita una persona para mantener su patrón de consumo, medido en hectáreas).
HPI: países satisfechos y longevos con pocos recursos
La ecuación es más que discutible, y los resultados más que sorprendentes, pero me parece que podemos extraer interesantes lecciones para elegir un destino para viajar. Todos sabemos que la felicidad es un valor muy subjetivo que no depende tan solo de lo fácil que sea nuestra vida, pero ojo, no es eso lo que el índice pretende medir. Por otro lado, la huella ecológica no revela necesariamente el respeto al medio ambiente en un país o su índice de conservación, sino su nivel de (sub)desarrollo económico.
En fin, discusiones a parte, resulta que los países donde más satisfechos están sus habitantes y más años viven con menos impacto ambiental son en 2016 los de Centroamérica, con Costa Rica claramente en cabeza; Vietnam, el segundo clasificado, es la excepción. Son países donde ni el factor del bienestar subjetivo ni la esperanza de vida son tan altos como en los llamados países desarrollados, pero lo compensan sobradamente con su pequeña huella ecológica.
También Colombia, Belize, El Salvador, Jamaica, Panamá, Nicaragua…
Claro, que una huella ecológica baja no basta para ser feliz. Si no que lo pregunten en toda el África subsahariana, donde el impacto ecológico por habitante es mínimo, pero la esperanza de vida es trágicamente baja. Los habitantes de Botswana o Chad (los más bajos de la lista) no son los que peor perciben su propia existencia, pero tienen pocas razones para estar satisfechos. Lógico.
Otro punto interesante son las sorpresas. Por ejemplo, que todos los países del Golfo Pérsico, a pesar de su fenomenal desarrollo económico, sean países “indeseables” debido a su enorme huella ecológica (Qatar, antepenúltimo). O que Venezuela sea el 9º y Estados Unidos el 105º. O que Dinamarca sea de los peores clasificados de Europa.
¿Vivir más felices con menos, pero dentro de un límite? ¿Es esa la clave? No lo sé. El caso es que, revisada la lista, y con algunas excepciones notables, suelen ser sitios a los que me apetecería viajar, conocer el país y la gente.
Escrito por Víctor Zamorano.
Fotos: Flickr.com