Parece una chorrada hasta que te pasa a ti, y te quieres morir. El mal de altura es uno de los desafíos inherentes a buena parte de los viajes que se hacen entre las montañas o por las mesetas más altas del mundo, sea en Perú y Bolivia, sea en el Himalaya. Vamos a intentar que te hagas una idea de lo que es y cómo afrontarlo para que no te fastidie un viaje en el que has invertido, sobre todo, muchas ilusiones.
El mal de altura o de montaña, también llamado MAM, AMS, soroche o puna es la consecuencia de la hipoxia (falta de oxígeno en el organismo) se pueden sufrir los seres humanos a partir de los 2.400 metros de altitud (a la que son más propensos aquellos habituados a vivir a menos de 900 metros, es decir, la mayoria), relacionado directamente con la velocidad de ascenso y la altitud alcanzada.
Los síntomas más frecuentes son el dolor de cabeza, los mareos y los vómitos, muchas veces acompañados de agotamiento, falta de apetito, bajada de presión arterial, aumento del ritmo cardíaco y trastornos del sueño. En casos graves pueden llegar a producirse edemas pulmonares y celebrales, aunque es infrecuente. Nada cómodo, en definitiva.
Una visita al Machu Picchu no es lo mismo sin un buen dolor de cabeza
Bueno, ¿y qué hacemos? Lo ideal es intentar prevenirlo, claro está. Ni tu estado de forma ni la medicación te librarán de ello, sino una adecuada aclimatación. Esto consiste en ir ganando altitud de forma progresiva y suave, conforme a un calendario riguroso que tome en cuenta tanto el caso concreto de la persona como los metros ganados cada día.
En general, se recomienda pasar un par o tres de días en un campamento “base” a 2.500 metros antes de empezar a subir. Cada 1.000 metros de ascenso incrementaremos en un día el tiempo de aclimatación, y no conviene dormir más de 500 metros más arriba que la noche anterior. Procura no hacer muchos esfuerzos físicos, descansar bien y comer muchos cereales y fruta (no frituras ni picante).
Conviene beber mucha agua y comer abundantes carbohidratos
Si ya notamos los síntomas del mal de altura podemos tomar varias medidas en función de su seriedad. No sigas ascendiendo, y si no mejoras en unas horas procura descender al menos 300 metros o hasta el último punto en que te encontrabas bien. Al tumbarte eleva ligeramente el tronco y la cabeza.
Aunque en estos casos se puede dar cierta medicación (alguna, como las Sorojchi pills son poco más que paracetamol), también puedes optar, si no es un cuadro muy grave, por infusiones o productos que aligeren la sangre y combatan la deshidratación: coca, ginkgo, regaliz, clavo, ajo, menta, poleo, tomillo y albahaca ayudan a conseguirlo.
Si asistes (porque como lo sufras poco vas a hacer) a situaciones más graves lo ideal es hacer descender al afectado inmediatamente y proporcionarle oxígeno extra. También hay fármacos de emergencia, como la dexametasona, que se recomiendan en esos casos. En general, si te lo tomas con calma y asumes tus propis límites, la altitud no tiene por qué traerte ningún problema grave.
Escrito por Víctor Zamorano.
Fotos: wikimedia.org, unplash.com