No sé si os pasa lo mismo, pero uno de los peores momentos de entre los preparativos de un viaje largo es el de preparar el equipaje. Llevar un equipaje ligero pero que tenga de todo, el sueño de todo viajero, es todavía más importante si debemos cargarlo todo el tiempo, sobre todo si vamos a hacer esfuerzos físicos, como trekking o senderismo. Ya hemos hablado de las virtudes de nuestra vieja amiga la mochila en otras ocasiones, pero hoy vamos a repasar específicamente qué necesitamos para un viaje de 2-3 semanas si pensamos hacer alguna ruta medianamente exigente. Vamos a pensar en una mochila de 50 litros, que debería ser más que suficiente para ese tiempo.
Empezamos por la ropa, que tiene que ser cómoda y sufrida. Con media docena de todo (camisetas, ropa interior, calcetines) debería bastarte. Asegúrate de llevar tanto manga larga como corta (unos pantalones desmontables resultan muy útiles) y no te olvides un sombrero o gorra. El abrigo, también muy importante, ligero y que no abulte, como un forro polar (y un chubasquero o capa).
Si vas a andar por el monte, gorra y buen calzado.
Presta especial atención al calzado: ya sabes, botas de montaña, usadas, que te recojan el tobillo, pero tal vez también unas zapatillas ligeras; muy cómodas tienen que ser las botas para constituir tu único calzado. Las chanclas, como siempre, imprescindibles. Los calcetines también son clave para evitar roces y ampollas.
Higiene y botiquín. Yo siempre me llevo, aparte del cepillo, la pasta, una toalla, un cortauñas y una pastilla de jabón para mí, otra para lavar la ropa, que nunca se sabe. Y un minikit de costura. Procura llevar un poco de todo, un desinfectante (yodo por ejemplo), unos apósitos (gasas y tiritas), esparadrapo, algunos antibióticos y analgésicos (pastillas, pomadas…). También crema solar y un repelente contra insectos. Evita paquetes medio vacíos y no te hagas tampoco un hospital de campaña.
Una segunda mochila, pequeña y plegada, puede darte mucha vidilla.
Luego hay un porrón de “cositas”. Que si la navaja, que si el frontal, un mechero, los chicles, papel y boli, abrelatas, alguna bolsa vacía, un transformador de corriente, mapas. Procura dejar en un bolsillo exterior a mano lo que más vayas a utilizar. Un saco de dormir compacto de invierno también es un triunfo, y hay esterillas mínimas. Si vas a necesitar material más especializado, de cocina o una tienda, bueno, eso no te va a caber en esta mochila…
¿Te ibas a olvidar de la documentación? Nooo… Esto incluye el dinero, así que conviene hacer copias del DNI o pasaporte (y demás permisos pertinentes) y llevarlas más a mano junto con una cantidad en metálico. Es aquí donde elementos por lo demás odiosos como los bolsillos interiores o las riñoneras muestran su utilidad.
Total, que aplicando las reglas de oro (realismo, orden y moderación) puedes hacerte sin demasiados problemas una mochila para algunas semanas que puedas llevar contigo. Ah, y recuerda que cuando la sopeses en casa dirás seguramente, ah, pues no es para tanto, me cabe más… No te pases…
Escrito por Víctor Zamorano.
Fotos: Pixabay.