Viajar y trabajar al mismo tiempo pueden parecer cosas completamente contradictorias, pero no tienen por qué serlo. Supongo que depende de qué entienda cada uno por viajar. Para quien consiste en visitar monumentos o tumbarse en la playa, puede que sea incompatible; para quien viajar es aproximarse a otras culturas, es una de las mejores maneras existentes.
Es, digamos, otra forma de viajar, de conocer otras culturas. Un método más lento, porque trabajar suele implicar un tiempo en un sitio, pero más profundo, ya que el contacto es más largo y cotidiano: vas al supermercado, te enfrentas a la burocracia, ves televisión, conoces compañeros de trabajo… Haces, digamos, una vida “normal”, sea lo que sea eso.
Los yuppies van del aeropuerto al hotel y vuelta, y las estrellas del rock del andan sumidos en sus orgías de sexo, droga y rock and roll… Sólo unos pocos elegidos podemos viajar, trabajar y disfrutar al mismo tiempo.
En mi caso personal, la idea surgió planeando un viaje largo con el trabajo como una de sus etapas. No sé si soléis trabajar en España, pero sabréis que las condiciones dejan un poquillo que desear… Esta serie no da soluciones al respecto, sólo reflexiones y comentarios a partir de una experiencia personal que va por su tercera edición; llega el verano, toca irse a trabiajar.
Esto no es un manual de cómo irse a trabajar fuera, ni una bitácora de la experiencia
Vamos con los preparativos estratégicos, es decir, dónde, cuándo y en qué vamos a trabajar. Yo eso lo tengo solucionado: me he especializado en la recogida de fruta en Francia; ya van varios años, y aunque cambie de lugar, lo tengo fácil. Otros clásicos del trabiajar pueden ser la temporada de invierno en las estaciones de esquí pirenaicas y alpinas, la hostelería en Reino Unido, au pair por toda Europa…
Es de suponer que escogeremos un trabajo poco cualificado, que nos permita abandonarlo con facilidad y no nos dé grandes quebraderos de cabeza. No se trata de buscar un trabajo fijo en el extranjero, sino de poder moverse lo máximo posible, con una inversión mínima, conociendo diferentes lugares y convirtiendo las experiencias del trabajo en experiencias de viaje.
La vendimia es un clásico del trabajo jornalero para los españoles en Francia… No vas a hacerte rico, pero verás mundo
En cuanto a los preparativos prácticos (documentación, burocracia, transporte y alojamiento), dependerá mucho del destino y oficio escogidos. Unos serán más complicados y otros menos, pero lo que puedes dar por seguro es que, sea como sea, siempre te enterarás de algún detalle importante demasiado tarde. En mi caso, trabajo agrícola y rural, un transporte propio resulta casi imprescindible; yo cuento con mi amada furgoneta, que también me da techo.
En ese esquema, este verano que se nos arrima será parecido a los anteriores: empezado en el sur de Francia con la cereza y siguiendo la temporada de cada fruta, trabajaré cortas temporadas en diferentes pueblos, remontando el Ródano poco a poco, hasta las vendimias de septiembre al norte de Lyon, o en torno a Aviñón, ya veremos.
En las próximas semanas os iré contando cómo evolucionan las cosas, ya desde el terreno. Siempre es un placer abandonar territorio conocido y adentrarse en lo ignoto; y un bar de carretera merece tanto reconocimiento como una catedral. Si vais por el sur de Francia este verano, puede que nos veamos en los mercados o en las fiestas patronales de algún pueblo.
Victor Zamorano Blanco